Difícil no hablar de los 50 años de Los Picapiedra. Recordando su aniversario, hasta Google colocó las figuras de Pedro, Vilma, Pablo y Betty en su portada del 30 de setiembre; y es que fue justamente el 30 de setiembre de 1960 el día en que se difundió el primer capítulo de la serie por la cadena ABC. Con un total de 166 capítulos y seis temporadas, fue la serie animada más larga hasta que Los Simpson, estrenada en diciembre de 1989, superó tal récord y ya lleva trasmitidos 464 episodios –hasta mayo de 2010–, con un total de 21 temporadas.
El que compartan su calidad de series animadas centradas en una familia ha orientado las reflexiones en torno a cómo cada una de estas exitosas series responde a la época en que fue producida. Así, el mundo representado en Los Picapiedra ha sido visto como expresión de una sociedad convencional interesada en construir la imagen de una familia sólida y funcional, en tanto que Los Simpson representan la 'realidad’ del mundo actual signada por familias disfuncionales en las que no existe el principio de autoridad y el afán educativo de padres a hijos deviene en proyecto imposible.
Hay diferencias, sin duda, pero en mi opinión no son tan radicales. Tal vez los excesos de Los Simpson, en la manera explícita y enfática como es presentada su realidad familiar, contribuyen a que les atribuyamos esa 'posmodernidad’ siglo XXI ausente en Los Picapiedras. Sin embargo, si prestamos atención, Homero Simpson es una réplica de la vanidad, irresponsabilidad y falsa autoridad que ostentó Pedro Picapiedra en los años 60. Ambos son una caricatura de la autoridad del padre, en tanto que Vilma Picapiedra y Marge Simpson son las esposas que, aparentemente subyugadas y ubicándose en un segundo plano, sostienen el orden familiar gracias a su cordura e inteligencia.
La celebración de los 50 años de Los Picapiedra es un buen pretexto para reflexionar sobre los cambios y también sobre lo que persiste. Para bien o para mal.
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